​El Conductismo es la terapia que enseñan y aprendí en la Universidad en España.

Sigue el método científico: haces una hipótesis, por ejemplo, si le doy un premio a mi hijo como una alabanza o un caramelo, llevará a cabo una conducta determinada. Y luego compruebas que funciona.
Trabaja con conductas visibles. Y medibles.

Pero qué pasa cuando el niño empieza a dar su opinión y el caramelo sólo le gusta de fresa, o cada día lo quiere de un sabor diferente, o se da cuenta de que puede manejar a sus padres complaciéndolos o no.
Empiezan a intervenir procesos, emociones y pensamientos, la constitución o el carácter, que son superiores a una simple conducta.

Conocí a un niño de 4 meses que lloraba, como es habitual en los niños, para llamar a su madre. Pero si no acudía pronto, dejaba de llorar y se ponía a toser. Había descubierto que así iba antes, por miedo a que le pasara algo. El niño, con 4 meses, ya estaba utilizando una estrategia, que tiene un nivel neurológico superior a una conducta.
El Conductismo se centra en el estudio de las conductas, y cómo cambiar una no deseada por otra alternativa.

Se elige como alternativa una conducta que provoca el efecto deseado. Un niño pequeño aprende rápido, y puede cambiar con facilidad. Los adultos no tanto.
Necesitamos repetir una conducta una y otra vez hasta que logramos incorporarla a nuestro repertorio. Y esto lleva a muchas sesiones de terapias semanales, y a menudo es imprescindible una medicación que controle las emociones y facilite el proceso.

No sé si alguna vez has intentado cambiar una conducta. Es bastante difícil debido a que en los adultos están implicadas emociones, ganancias secundarias como obtener atención, estrategias, experiencias ligadas a esa conducta que parecían ajenas, lealtades o tradiciones familiares, pensamientos, creencias, y opiniones… que hacen que cada persona sea única.
No hay dos personas iguales.

¿Qué soluciones se han buscado para tratar de solventar este problema?

La primera fue incorporar el análisis y cuestionamiento de los pensamientos y creencias, pasando a llamarse “Terapia cognitivo-conductual”.
Las creencias tienen un nivel neurológico mayor, y cuestionarlas facilita el cambio de conductas.
Otra opción es el “Conductismo con atención plena”, en el que se integra la meditación y vivir en el presente, aquí y ahora, como hace la terapia Gestalt.
Facilita darse cuenta de cuándo estamos viviendo íntegramente una situación en el presente, o nos hemos ido a pensar en el pasado o imaginando en el futuro.
Hay algunas variaciones más de conductismo enfocadas hacia campos específicos.

Hay todo un mundo más allá del conductismo.:

El Conductismo y el método científico es la única terapia aceptada por los laboratorios farmacéuticos. La industria farmacéutica invierte en investigar en grupos de enfermedades y estudios que tengan un alto número de individuos para que sean rentables.
Dicen que las terapias psicológicas alternativas al conductismo no siguen el método científico. No es así. Los “Estudios de caso único”, adecuados para estudiar conductas individuales y terapias psicológicas, están incluidos en el método científico. Pero no son rentables. Al igual que pasa con los grupos de personas que están sufriendo “enfermedades raras”. No se investigan porque no son rentables.

Más allá del conductismo y el método científico, existen terapias que son también válidas y están reconocidas por los Colegios Oficiales de Psicólogos. Por ejemplo, las terapias humanistas como la Terapia Gestalt, con casi un siglo de existencia, o las terapias sistémicas que trabajan con grupos de personas, como Constelaciones Familiares.

Hay bastantes disciplinas físicas y médicas que ayudan a obtener bienestar. La mente, las emociones y el cuerpo están interconectados.
Hay terapias que trabajan con emociones o estrategias y en niveles neurológicos más complejos como la identidad.

Hay buenas técnicas conductistas, y también otras terapias que tenemos que estudiar fuera de la universidad en España, para tener una formación mas completa. Dentro no las enseñan. Y son igualmente válidas.

Carl Rogers, un gran maestro del siglo XX, que estudiaba y hacia ensayos de las técnicas terapéuticas y analizaba lo que funcionaba y no funcionaba, afirma que la capacidad, y la integridad del terapeuta para acompañar a otro, es más importante que la técnica que utiliza. “El proceso de convertirse en persona”.

Marta Vidal, psicóloga, Valencia

 

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