Autolesión: Cómo transformar el dolor en palabras

por | Feb 19, 2025 | ÚLTIMOS POSTS | 0 Comentarios

Lesionarte ayuda a callar tu mente machacona, seguro, pero existe una alternativa que funciona, alivia y no duele: Escribir.

ESCRIBIR TE LIBERA

El parloteo de la cabeza se convierte en una tortura. Te manda, te acusa, te reprocha cosas que ya no puedes cambiar. Se quedaron en el pasado. Te culpa por haber hecho y por no haber hecho.

La rabia que no expresas hacia afuera, a los demás, contra un cojín o al papel, la vuelves  contra ti.

Son esas situaciones en las que te sientes impotente. No tenías recursos para afrontarlas, y a lo mejor sigues sin tenerlos. La rabia de la frustración, de la pérdida de un ser querido, de un proyecto.

Toma un bolígrafo y un papel cualquiera, que luego te permitas romper. No vale una libreta bonita, que te hará seleccionar lo que pones.

Escribe, no con un teclado, escribe a mano, y expresa todo lo que te pasa por la mente y el cuerpo. Vacía al papel lo que sientes, lo que te va surgiendo, en el presente, ahora. Sientes que van cambiando las emociones y los pensamientos.

No lo releas, te lo volverías a meter dentro.
Siente que dejas en el papel lo que te pasa por la cabeza y sentirás alivio al final.
Puedes romperlo o guardarlo, como quieras, hasta que estés bastante mejor.

Vas a darte cuenta de que para vivir no hace falta ese parloteo continuo, ni estar en una montaña rusa emocionalmente.

Irás notando que la mente se silencia y la emoción se va calmando.

SUELTA LOS REPROCHES

Quizás te dices lo que podías haber hecho en alguna ocasión y no hiciste. Pero ¿sabes?,  en cada momento hacemos lo mejor que podemos con los recursos que teníamos en ese momento. Es así.

Es injusto criticarte una vez ha pasado la situación y estás tranquilo sentado en el sofá.

No podemos cambiar el pasado. Pero podemos plantearnos, ante una situación similar en el futuro, otras opciones que nos lleven a un  resultado que se acerque más al final deseado.
Cuando se presente esa situación similar también te surgirá la opción elegida.

PREGÚNTATE QUÉ QUIERES O NECESITAS:

La mente es muy mandona: “tienes que” ; “has de” ; “debes…” y muchas veces no tiene en cuenta cómo estas de cansado o agobiado, cuánto tiempo te llevará una tarea, de qué recursos dispones,…

Todo eso lo sabe tu cuerpo. Pregúntate qué quieres y qué necesitas,
cuando te estés mandando.

Te sorprenderá que bastantes veces coincide con lo que te exiges.

Pero es más gratificante hacer las tareas porque quieres y no por exigirte.

En el caso de que no coincida lo que te mandes con lo que quieres, necesitarás negociar un acuerdo: cuándo, dónde, cómo. Ten en cuenta las circunstancias y concreta.

Puedes tomar la dirección de tu vida. A veces lo llaman responsabilidad.

A mí me gusta más: “la capacidad de responder a una situación”. Elegir.

Yo elijo dirigir mi vida, tomar mis propias decisiones, escucharme: qué quiero; qué necesito. Dudar y tomar decisiones.
A veces me equivocaré. Pero si me lo permito podré avanzar y no me quedaré bloqueado.
Nadie es perfecto. La perfección no existe.

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