Es la clave de la felicidad.
El mundo es el que es, no el que nos gustaría que fuese.
Juzgamos como malo lo que no nos gusta y no queremos. Y bueno lo que nos gusta y queremos que suceda.
El mundo es como es. Cuantas menos exigencias le pongamos a la vida, más fácil nos será ser felices.
La felicidad se esconde detrás de la aceptación de lo que es real.
EL POSITIVISMO IRREAL NO FUNCIONA
No funciona crear una realidad en la que sólo vemos lo que queremos ver, como si el resto no existiera.
Vivir así, es vivir con la mitad de la realidad y con un exceso de expectativas, que cuando no se cumplen nos pegamos el porrazo.
Es más fácil vivir desde las posibilidades: puede ser que si o puede ser que no suceda lo que deseamos.
Y la caída es mucho más leve, el bajón más suave.
NADA ES BUENO NI MALO AL 100%
Bueno o malo, va a depender de quién viva la experiencia y como la juzgue.
Por ejemplo, algo tan sencillo como que el clima cambia y es tan demonizado.
Si siempre hiciera sol, viviríamos en un desierto, y si siempre lloviese, necesitaríamos el arca de Noe.
¿Es mejor el sol o la lluvia?
La realidad es que el mundo es el que es. El clima siempre ha cambiado y seguirá cambiando. A veces rápidamente y otra veces de forma más lenta.
Si en lugar de quejarnos vemos lo que hay de bueno en lo que rechazamos y sobretodo, lo real que es que un día llueve y otro hace sol, más fácil nos será ajustar nuestras necesidades.
Cogeremos el paraguas o las gafas de sol y ajustaremos nuestras necesidades (y bienestar) a esas condiciones externas.
SOLO SE DISFRUTA EL PRESENTE
Igual que el clima, el transcurso de la vida me lleva a vivir diferentes etapas, a mi y a las personas que me rodean, y cambiamos.
Si me resisto a esos cambios por ideales (que no lo son tanto) que llevo en la cabeza, no podré disfrutar la vida. Sólo se disfruta en el presente.
Cuando miro la realidad puedo ver lo que me había pasado por alto.
La realidad me da un apoyo en la vida que nunca me lo va a dar una película que yo lleve en la cabeza.
La felicidad consiste en ver y vivir lo que hay y no sólo ver el vaso medio vacío.
Todo acaba pasando, ¡que me quiten lo bailao!