La orientación del voto es hereditaria muchas veces. Tiene mucho con ver con los padres. O estás a favor de lo que ellos hacen o estás en contra y te vas al otro extremo.

Muchos hijos de guardia civil se hicieron hipies y comunistas por oposición a sus padres. Y muchos hijos de hipies y comunistas se hicieron abogados e ingenieros por oposición a sus padres y van cada día a trabajar con traje.

Cuanto más se identifica alguien con un extremo, más rabia y rechazo siente hacia el otro extremo.

Un partido representa a un grupo de pertenencia, una familia, unos padres que nos dirigen. Y las personas suelen permanecer fieles a un mismo partido o son el hijo rebelde que se opone a los gustos de los padres.

El voto es una de las cosas más difíciles de cambiar a lo largo de la vida.

Con este artículo te propongo que seas tú quien elija el político que consideras que mejor va a dirigir la comunidad en la que vives. Afectará a tu vida y la de los que te rodean.

No en función de lo que hicieron tus padres.

No por oposición a lo que votan tus padres.

No basta elegir un partido. Un buen político se mueve por unos valores que están por encima de las ideas de su partido. Uno malo también lo hace.

Tu eliges.

Cuáles son las cualidades que definen a un buen político

Hay una serie de cualidades que facilitan dirigir una comunidad, o a uno mismo incluso. No sirve cualquier persona para mandar y menos para dirigir un ayuntamiento o un país.

Creo que la primera cualidad, imprescindible, es el respeto.

Significa el reconocimiento del otro, de los límites y de los derechos de cada uno. Sin privilegios ni favoritismos.

Actualmente se ha generalizado la política como una batalla.

En “El arte de la guerra” Sun Tzu, un general chino y un maestro, ya llegó a la conclusión de que si conoces a tu enemigo no necesitas entrar en batalla.

A todos los políticos los elegimos con la finalidad de que trabajen a nuestro favor, no para que se pasen el día discutiendo.

La división entre “gobierno” y “oposición” me parece absurda. ¿Quién paga a alguien para que esté oponiéndose todo el día al trabajo de los demás? ¿Estar sin trabajar, criticando y sin dejar que otros lo hagan?¿ Quién le contrataría en una empresa?

Elegimos a los políticos para que dirijan una comunidad más o menos grande de habitantes. No nos olvidemos que les pagamos nosotros.

Los valores e intereses de los candidatos van a pasar por encima de los intereses del partido si están en conflicto. Por eso es importante, si sueles votar a un partido por tradición familiar o por rebeldía a los padres, que tengas en cuenta a la persona del partido a la que estás dando el puesto de dirección.

Un buen dirigente necesita saber dirigir y también ser dirigido por las necesidades de todos los ciudadanos, que son los que pagan su sueldo. Y su trabajo consiste en atenderlas.

Un buen político es una persona que se da cuenta de que todos los representantes de todos los partidos que han sido elegidos, lo han sido para gobernar. Así que se trata de hacer acuerdos y ceder todos un poco cuando es necesario. Trabajar en equipo para construir un mundo mejor, presentando propuestas y oponiéndose a aquello que no les parece bien.

Es necesario que la persona que elijamos sepa funcionar con objetivos establecidos previamente, y evitar lo que perjudica.

Está bien saber lo que no quieres pero también es necesario tener objetivos para poder avanzar. Los valores y los ideales que tenga para su comunidad le guiarán.

Un directivo trabaja en equipo y sabe buscar buenos asesores.

Tiene suficientes conocimientos para entender de qué le hablan.

Sabe crear una jerarquía en el poder, para que haya una organización en el mando, de forma que el trabajo fluya con facilidad y los conflictos entre departamentos sean mínimos.

Le gusta tomar decisiones, ser resolutivo. No aplaza los problemas porque eso suele complicarlos.

Le gusta actuar en lugar de reaccionar a lo que los demás le dicen o hacen. Reflexiona y es coherente, consciente de que, lo que dice y lo que hace, guarda relación. Coherencia es honradez, y bienestar para todos.

Vive la realidad y el momento presente, con la experiencia del pasado y creando el futuro. Es creativo.

Un buen político es responsable y asume sus aciertos y sus errores, aprendiendo de ambos. No se esconde. Confía en él mismo y en sus recursos para corregir lo que haga falta. Así que los fallos no le inmovilizan.

Es valiente y se atreve a poner soluciones, sin miedo a perder votos, a lo que los demás digan. No echa culpas fuera ni asume responsabilidades que no le corresponden. Es sincero, no se complica la vida.

Es empático, le gustan las personas y relacionarse con ellas. No concede privilegios ni favoritismos.

Sabe escuchar y entender la complejidad de los problemas de cada uno. Y por ello también dar soluciones diferentes adecuadas a cada caso.

Maneja sus emociones de forma fluida. Escucha el mensaje que le transmiten y lo tiene en cuenta en sus reflexiones.

Se comunica directamente, sin manipulaciones. Su lenguaje verbal y no verbal coinciden, hay coherencia. Habla con asertividad y firmeza, sin dudas de lo que dice porque lo ha reflexionado.

El nivel más adulto de ética es “Haz lo que beneficie a todos , incluido uno mismo”.

No es tratar al otro como te trata a ti. Eso es infantil, aunque sea frecuente.

Tampoco se trata de complacer a todos, es imposible. Sobre gustos no hay nada escrito.

Consiste en decidir y buscar en cada situación el bien común. Es hacer lo que es más correcto, obtener el mayor bienestar a nivel sanitario, social, económico, o en lo que esté implicada una decisión.

Bueno, seguro que se os ocurre alguna cualidad más o alguna menos.

Ojalá encontrase una persona que las reuniese todas, hombre o mujer, me es indiferente. Alguien que tuviese unas cuantas.

No abundan en el mundo de los políticos.

Pero estas capacidades también las podemos desarrollar nosotros mismos para dirigirnos y dirigir nuestra vida, nuestro negocio, o nuestra familia.

Dan calidad de vida, tranquilidad y bienestar.

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