NO ME GUSTA QUE ME MANDEN

por | May 20, 2020 | ÚLTIMOS POSTS | 0 Comentarios

No me gusta que me manden, y me da rabia. Pero yo también lo hago conmigo: “Tengo que hacer esto”, “tengo que hacer aquello”, “debo…”, hay que…” y llego al final del día agotada.

Primero me mandaban mis padres y luego introyecté unos pequeños padres en mi cabeza que me dicen lo que es correcto y lo que debo hacer.

Y así voy funcionando desde pequeña. Han pasado unos cuantos años, ¿no?

¿Te has dado cuenta de que ya sólo te mandas tú?

¿Te has dado cuenta de que, ¡por fin!, ya eres mayor y que puedes hacer lo que quieras?

Los clientes me responden muchas veces: “Si hiciera lo que yo quiero, ¡no haría nada!”

¿De verdad? ¿Te has creído que no harías nada? Este pensamiento te detiene para que no lo pruebes.

¿Qué te parece empezar a cuestionarte qué quieres hacer? en lugar de “qué debo hacer, qué tengo que…, hay que…?

Y sin miedo. Puedes empezar poco a poco hasta que aprendas.

Mi trabajo consiste en ayudar a vivir más la realidad: No tienes que hacer nada por obligación.

-“Pues tengo que ir a trabajar”

-”No vayas”

-”Entonces no gano dinero y no como”

-”¿Y quieres comer?”

-”Si”

-”Entonces quieres ir a trabajar para tener dinero y comer?”

-”Si, quiero ir a trabajar”

Saber lo que quieres, te gusta, necesitas y te apetece te conectan con tu segundo cerebro.

Tenemos un segundo cerebro con más de 100 millones de neuronas

Está situado en el intestino, es el sistema nervioso entérico. Está comunicado con el sistema nervioso central a través de los sistemas simpático y parasimpático.

El 90% de la serotonina se localiza ahí y en las plaquetas.

La serotonina es un neurotransmisor responsable de nuestro estado de ánimo. Regula también el comportamiento social, el apetito, la digestión, el sueño, la memoria, el deseo y la función sexual. En otro estudio dicen que modula los procesos conductuales, la percepción, la memoria y la atención.

El 70% de las células de nuestro sistema inmune vive en el intestino.

Vale la pena buscarlo por Google.

¿Y por qué os hablo ahora de esto?

Porque rechazamos la mayor parte de la información que nos llega de este segundo cerebro, poniendo por delante pensamientos e ideas que están en conflicto.

Porque estamos en una cultura en la que funcionamos desde la cabeza, desde lo visual, y rechazamos y olvidamos los demás sistemas perceptivos. La música se considera algo secundario que cada vez se relega más en los colegios. Las emociones básicas se rechazan: odio, tristeza, miedo y a veces hasta la alegría por el miedo a perderla. Ignoramos las sensaciones físicas que nos llegan de nuestro interior.

Muchos de los mandatos que nos hacemos como “tengo, “debo”, “hay que”, viene de los padres y a estos les llegó de los suyos y se remontan algunos a varias generaciones atrás. Y el problema es que muchas veces no están “masticados”. Nos lo hemos tragado tal cual de pequeños sin cuestionarlos.

Están sin actualizar. Recuerdo una chica joven que no se permitía tomar un café sola en un bar, “eso no se hace en mi familia”.

Estos introyectos son muy rígidos y van a chocar muchas veces con las necesidades que tengo, con lo que quiero, o me gusta aquí y ahora.

Así que, para evitar conflictos para sortear traumas, desconectamos de las sensaciones, emociones, incluso de nuestras necesidades.

Vivimos tan desconectados de nuestras necesidades que ni las reconocemos.

Cómo dejar de mandarme y empezar a hacer las cosas porque quiero

¿Te ha ocurrido alguna vez que has tenido una situación de urgencia, en la que has tenido que actuar sin tiempo para pensar y te ha ido surgiendo una cosa tras otra y has salido bien de la situación?

Ahí estabas funcionando desde el vientre, este segundo cerebro, o Hara para los orientales. Cuando uno funciona desde este centro no está parloteando en la cabeza.

Otro ejemplo:

Tengo un proyecto para mi jardín y me imagino qué plantas pondré aquí y allá. Las cuento, me salen 40 y me voy a comprar al vivero. Vuelvo con mis 4 cajas de plantitas, las descargo y …¡las tengo que plantar!

No me he preguntado qué quería hacer, cuántas plantas me apetecía plantar hoy. No he ajustado mi proyecto a mi estado físico hoy, ahora.

La mente planta muy rápido:

Imagínate un campo de margaritas….¿Has tardado 5 segundos?

No nos preguntamos qué quiero hacer hoy, aquí en este momento, físicamente. ¿Qué necesito, qué me apetece? Y luego nos extraña que nos boicoteamos los objetivos. Querer no es lo mismo que tener ganas. Desear no es lo mismo que estar motivado, aunque podría estar cerca.

Nacemos conectados con este segundo cerebro, sintiendo nuestras necesidades. Reconectar con nuestro cuerpo nos da flexibilidad para adaptarnos a cualquier situación. Ver la realidad tal y como es, aceptándola con tranquilidad, naturalidad y calma. Nos da equilibrio

Preguntándome qué quiero, me daré cuenta de que a lo mejor no me apetece ir a trabajar pero lo puedo hacer de una manera que me resulte más agradable, con música, cambiando la mesa de sitio, …me ayudará a poder hacer las cosas de una forma más agradable y mi vida se volverá más fácil.

Si cada vez que nos damos una orden, nos preguntamos también : ¿lo quiero hacer, lo necesito, me apetece? por este orden.

¿En qué parte del cuerpo sientes esa orden?

¿En qué parte del cuerpo sientes estas preguntas?

Podrías hacer acuerdos contigo mismo, ganar coherencia interna, entenderte, y poco a poco ir integrándote.

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