Dejo de pensar que sin ti me muero y de sentir un nudo en el estómago.
Me gusta estar bien contigo y también estar bien sin ti.
¡Cuántas amenazas en mi infancia!:
“Te quedarás sola, nadie te va a querer”,
¡como si estar sola fuera algo malo!
Cuando me quedo sola disfruto de mi compañía y centro toda la atención en mí y mis cosas.
Aprovecho para depilarme o ponerme una mascarilla, o sólo me quedo tumbada en el sofá viendo una serie, sin dar explicaciones a nadie.
Monto outfits con la ropa para toda la semana, preparando que me pondré, escribo, leo, escribo este artículo, …¡tantas cosas que puedo hacer!
Un tiempo para estar con los demás y un tiempo para estar conmigo misma.
Es mi individualidad.
No soy sólo parte de un grupo: la hija de…, la mujer de…la madre de…, la amiga de…, parte de una familia o de una asociación.
También soy yo, única y diferente a los demás y a la vez tan humana como ellos.
¿Quién soy yo en mi individualidad?
¿Me conozco?