La experiencia del miedo la forman la emoción, pensamientos y sensaciones.

Siento miedo, lo asocio a peligro y salgo en dirección contraria sin haberme parado a reconocerlo.

Acabo de reaccionar por miedo al miedo. Al evitarlo lo aumento, le doy la razón y me dirige.

Necesito afrontar el miedo para poderlo manejar.

PRIMER PASO: RECONOCER QUE ESTOY SINTIENDO MIEDO

Muchas veces sentimos antes la reacción al miedo que el miedo en sí.

Podemos reconocer el miedo detrás de lo que llamamos nervios, vómito, inquietud, taquicardia, sudor o manos y pies fríos, malestar en el estómago, mareo y vértigo, tensión muscular, desorientación, un diálogo interior con perspectivas catastróficas, agresividad, …

SEGUNDO PASO: ¿A QUÉ TENGO MIEDO?¿QUÉ ES LO PEOR QUE ME PUEDE PASAR?

Cuando reconocemos que tenemos miedo y cómo se llama, empieza a disminuir la intensidad de la sensación, ya no es a algo desconocido.

Posiblemente está relacionado con algo que estaba sucediendo cuando lo sentiste.

“Si…estaba pensando en el viaje que quiere hacer mi pareja este verano. Tengo miedo a que me duela la cabeza. No podría salir y les estropearía el plan que tenga ese día mi familia. Se enfadarían posiblemente conmigo y quizás duraría varios días y tendríamos que volver a casa…“

Formamos cadenas muy largas de posibles desgracias que suelen ser bastante destructivas, exageradas.

Es mejor preguntarse :

¿Qué es lo peor que puede pasar?

La respuesta nos da el grado de riesgo de la situación.

Es más efectivo preguntarlo en cada eslabón de la “cadena de desgracias”:

¿Qué es lo peor que puede pasar si me duele la cabeza?:

“Que me tenga que meter en la cama”

¿Qué es lo peor que me puede pasar si me meto en la cama?:

“No podré ir con los demás a la excursión ese día”

¿Qué es lo peor que me puede pasar si no voy a la excursión?:

“Bueno…., no será algo malo, acostarme me ayudará a que se me pase el dolor de cabeza y posiblemente por la tarde ya pueda irme con ellos”

Muchas veces llegamos a una situación que nos sentimos capaces de afrontar y que, quizás, hasta nos alivia”

TERCER PASO: ¿DE QUÉ RECURSOS DISPONGO PARA AFRONTAR LA SITUACIÓN?

El miedo nos bloquea y nos deja la mente en blanco a veces.

Creo que se debe a que los miedos son muy preguntones y no solemos responder.

Las preguntas que empiezan:

¿Y si …?

¿Qué pasa si …?

Proceden de miedos. ¿Las respondes?

La mayoría de las personas no, y sirven para prevenir sucesos no deseados.

Las respuestas a estas preguntas me dan los recursos de que dispongo para afrontar la situación que temo.

“¿Y si me duele la cabeza cuando estoy de viaje?”

Mucha gente no cae en la cuenta de que dispone de recursos, como llevarse un paracetamol, o comprarlo. Necesitamos conectar las preguntas a respuestas.

Los recursos que utilizo en casa también me pueden ser útiles en otro contexto.

Los recursos me permiten resolver la situación y disipar el miedo.

El MIEDO me informa de la relación que hay entre el RIESGO y los RECURSOS de que dispongo.

Los recursos que obtengo a través de los conocimientos, la información que recojamos y la experiencia me van a ayudar mucho a vivir sin miedo muchas situaciones.

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